¿Puede ser universal un escritor español?

(Fotografía de la plaza del Torico, en Teruel)

 

El novelista Miguel Barrero entrevistó a Antonio Muñoz Molina, con motivo de la publicación de Como la sombra que se va (Seix Barral), el pasado enero en la recomentable revista asturiana El Cuaderno. Su blog puede consultarse aquí.

Éste era el titular de la entrevista: “Si un escritor español es realista y específico, es costumbrista y localista. Si un escritor americano es realista y específico, es universal. No sé por qué.”

Yo sí creo saber por qué, pero lo explicaré en otro momento. Por ahora, prefiero cederles la palabra a Antonio Muñoz Molina y a Miguel Barrero.

Reflexiona Barrero: “Sus narraciones han pasado de situarse en espacios cuyos contornos resultaban difusos a localizarse en otros mucho más concretos, más físicos, más reconocibles.”

Responde Muñoz Molina: “Muy probablemente. ¿Sabes? A los estudiantes latinoamericanos a los que imparto clase en Nueva York les cuesta mucho ser concretos cuando hablan de lugares. Los norteamericanos, en cambio, nombran sus escenarios con total tranquilidad, son completamente específicos. Eso, en la literatura española, es más difícil, y no sé por qué. También ocurre en América Latina. Somos culturas muy marcadas por el complejo de inferioridad y por el qué dirán.”

Recuerda Barrero: “Recuerdo que, en una vieja entrevista, Jaime Urrutia, el líder de Gabinete Caligari, se preguntaba por qué los Lynyrd Skynyrd podían cantar tranquilamente a Alabama y, en cambio, un grupo español debía justificarse por escribirle una canción a Soria.”

Habla Muñoz Molina, largo pero bien mesurado: “Exactamente. A nosotros nos parece que, si decimos los nombres de los sitios, nos convertimos en provincianos. Si en España alguien te dice que eres costumbrista o localista, estás hundido. Si vives en Asturias y desarrollas una historia en un barrio de New Jersey, eres cosmopolita. Si esa misma historia la localizas en un barrio de Avilés, eres localista. Hay un gran consenso en torno a lo bueno que es Philip Roth, que ambienta sus obras en Newark. Pues bien: si vas a Newark, verás que Newark es de un provincianismo y una cerrazón y una pobreza mental tremendas; nadie duda, sin embargo, de que los libros de Philip Roth son cosmopolitas. Ahora, si en tus novelas sacas Avilés u Oviedo, eres localista. Hay una cantidad de complejos terrible dentro de la cultura en español. Lees un suplemento literario y celebran intensamente, por ejemplo, a Jonathan Franzen o a otros autores norteamericanos, que en muchos casos son de segunda fila, y los celebran por las mismas razones por las que denigran a escritores españoles. Si un escritor español es realista y específico, es costumbrista y localista. Si un escritor americano es realista y específico, es universal. No sé por qué.”

La cosa es más grave y jodida aún, añadiría yo. Un escritor español en la actualidad puede ser definido como costumbrista y localista no por ser realista y específico, sino simplemente por haber nacido en España.

Eres local no por lo que escribes sino por donde naces. En mi reciente novela Viento de tramontana (Edhasa), escribía yo: “La probabilidad de ser inmortal –léase universal– es directamente proporcional a tu país de nacimiento. La probabilidad de ser inmortal –leáse universal– y nacer en España, en los siglos XX y XXI, tiende a cero.” Y, no contento con esto, añadía: “Es imposible haber nacido, vivido y fenecido en Teruel y ser inmortal –vuélvase a leer universal-.”

Parecemos condenados a ser locales y localistas no por lo que escribimos, sino por el lugar de nacimiento que figura en nuestro DNI y en la solapa de nuestros libros. Tanto es así que me atrevo a aconsejar a los escritores españoles y a quienes los editan que informen a sus lectores de que han nacido en Nueva York. Especialmente, si son nativos de Badajoz, Segovia o Almería. Esta mentirijilla puede ayudar a vender unos centenares de libros más y a que algún crítico despistado convierta sus defectos en virtudes.

Llevo años pronosticando, como editor y como autor, la muerte de la literatura española en el transcurso de la primera mitad del siglo XXI. No moriremos por falta de calidad, sino por exceso de complejo de inferioridad.

Me he sentido menos solo de lo habitual leyendo la entrevista de Miguel Barrero a Antonio Muñoz Molina. Tomemos ejemplo. Reflexionemos. Aún estamos a tiempo de no desaparecer.

 

3 Comentarios

  1. Luz escribió:

    Sucede también que, aunque parezca un contrasentido, es prácticamente imposible ser inmortal antes de haber muerto… Mi pregunta es: ¿Cuántos autores españoles ya muertos merecerían ser universales? A lo mejor el problema no viene únicamente de ser local y específico…

    17/03/2015
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  2. José Luis Gracia Mosteo escribió:

    Totalmente de acuerdo con uno y otro. Solo añadiría una posdata: en España se publica mucho, en realidad muchísimo, y muy comercial. Los editores son, en gran medida, comerciantes. Los autores son aupados por amiguetes, o denostados por críticos que no los conozcan. Sigue funcionando el contacto, la pomada, el enchufe. En fin, que al complejo de inferioridad y al nulo apoyo institucional, hay que sumar el amateurismo de unos y otros, y el desprecio olímpico hacia quien no viene recomendado. Tenemos lo que nos merecemos. Aurea mediocritas, nada mas.

    18/03/2015
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  3. Jordi Virallonga escribió:

    Quizá por la razón que esgrime Sergio, Pere Gimferrer decidió cambiar el titulo del libro de poemas de José María Fonollosa, y en vez de Barcelona, que es como aparecieron los poemas no seleccionados por Gimferrer en DVD, éste situó los poemas en NEw York. Chi lo sa!

    25/03/2015
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